Los “blogs” han logrado buscarle una vuelta apropiada a los ambientes en que la libertad de expresión es asfixiada o severamente limitada. No obstante ser una excelente vía de escape a la censura, su utilidad y su propia “libertad” han comenzado a peligrar.
Los gobiernos se han dado cuenta de que, a través de la información que fluye por la red tanto mediante los chateos de cibernautas, los “blogs” de ciudadanos o entidades y las comunicaciones telefónicas, han quedado perforadas muchas de las murallas de silencio y restricción que imponían a la prensa o a los propios ciudadanos en el caso de sociedades cerradas o dirigidas por autócratas.
Es así como, utilizando los softwares más avanzados, han diseminado innumerable cantidad de filtros para detectar aquellos textos que mencionan nombres o situaciones inconvenientes a las dictaduras o las autocracias modernas, haciendo un tanto difícil el ejercicio pleno de la libertad de expresión y de información.
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